![]() |
Ministerio de Economía |
“Ni un intervencionismo excesivo que sofoque la libertad de iniciativa y el desarrollo normal de la economía ni tampoco una ausencia que deje librado el campo de las relaciones económicas al poder del más fuerte”, explicó en su reflexión semanal por televisión.
El prelado platense consideró que ante la realidad del país “el camino correcto requiere equilibrar en la práctica el juego de estos dos principios - subsidiariedad y solidaridad- para que sean efectivamente aplicados”.
“Subsidiariedad para que el Estado no invada los ámbitos de legítima iniciativa de personas e instituciones y solidaridad para que el Estado asista a las partes más débiles del todo social, especialmente en las circunstancias más difíciles”, precisó.
El arzobispo indicó que la Doctrina Social de la Iglesia señala que “la acción del Estado y de los otros poderes públicos debe conformarse al principio de subsidiariedad y crear situaciones favorables al libre ejercicio de la actividad económica. Tal acción debe también inspirarse en el principio de solidaridad y establecer los límites de la autonomía de las partes para defender a la parte más débil”.
Asimismo, sostuvo que “la solidaridad sin subsidiariedad, de hecho, puede degenerar fácilmente en asistencialismo. Pero la subsidiariedad sin solidaridad corre el riesgo de alimentar formas de localismo egoísta. Para respetar estos dos principios fundamentales la intervención del Estado en el ámbito económico no debe ser ni invasiva ni ausente sino conmensurada a las reales exigencias de la sociedad”.
Monseñor Aguer también afirmó que “el problema que podemos observar en la Argentina y en algunos otros países también, es que de hecho parece que no existiera el Estado. Existen los gobiernos, los sucesivos gobiernos. En un momento determinado el Estado es el gobierno. Entonces, ni siquiera se puede hablar de políticas de Estado. Más aún, el gobierno es el ámbito de conquista de un partido, de un sector determinado. Falta, en todo caso, esa perspectiva siempre clara y necesaria del bien común como finalidad propia de la acción del estado”.
“Entonces, el problema es un problema delicadamente político, de concepción de la vida política y de la sociedad en su conjunto. Por eso esta referencia a la Doctrina Social de la Iglesia me parece capital”, concluyó.+
Texto completo de la alocución