jueves, 14 de julio de 2011

Los poderosos se convierten fácilmente en orgullosos

Tedeum en la Catedral de La Plata
La Plata (Buenos Aires), 12 Jul. 11 (AICA)
Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, presidió el sábado 9 de julio, la misa de conmemoración de la independencia nacional en la basílica de San Ponciano. En su homilía, monseñor Aguer destacó la coincidencia del aniversario de la independencia nacional con la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Itatí.

     El prelado dijo: “Los poderosos se convierten fácilmente en orgullosos; pierden el sentido de lo que son y se dejan arrebatar por la altivez, la vanidad, la prepotencia” y agregó: “Cuanto más poderosos se sienten menos religiosos se manifiestan; no temen a Dios y entonces sus súbditos –así consideran a los que ellos deberían servir– pueden temer lo peor”.

    “La desmesura del poder no es una tentación exclusiva de las antiguas monarquías absolutas, se verifica también en las repúblicas, sobre todo cuando son poco republicanas”, señaló el pastor platense.

     El prelado insistió en que “hace falta una ética del poder, un fundamento de responsabilidad y honestidad como garantía de la efectiva orientación del poder al bien común y del respeto a las normas que impiden su desvío”, también afirmó que si la posesión de un poder no se encuentra determinado por la responsabilidad moral y por el respeto a la persona “va carcomiendo la calidad humana de quienes lo ejercen”.

     “El aniversario patrio que hoy conmemoramos justifica una referencia histórica al problema de la organización política de la Argentina. En aquellos años que siguieron a 1810 la situación era caótica –continuó siéndolo, es verdad, mucho tiempo después–: confusión ideológica, luchas fratricidas, injerencia británica, intereses inconciliables. A principios de 1816, Manuel Belgrano, refiriéndose a las rivalidades que se enfrentaban, reconocía que el mayor número efectivamente quiere la destrucción del país para satisfacer pasiones indignas”, aseguró monseñor Aguer.

     Tras señalar que “la vigencia de la forma republicana de gobierno, que requiere virtudes cívicas y sociales arraigadas tanto en los gobernantes como en los ciudadanos, no resuelve automáticamente el problema ético del ejercicio del poder”, el arzobispo consideró que “también bajo la formalidad republicana el gobierno puede avasallar la norma de lo justo e inclinarse al despotismo”.

     “¡Con qué facilidad en la Argentina la república se convierte en una especie de monarquía criolla, en un autoritarismo de opereta!” aseguró el prelado platense.

      El arzobispo de La Plata afirmó que las calamidades políticas desencadenadas por las desviaciones del poder tienen un fundamento moral, religioso, teológico: el desprecio de la verdad, el olvido de la ley natural, la falta de temor de Dios.

     Monseñor Aguer dijo que “existen formas de gobierno democrático en los que no siempre son respetados los derechos humanos: el derecho a la vida del niño por nacer, a la recta constitución de la familia, a un desarrollo integral de todas las dimensiones de la persona”.

     Para concluir, el pastor platense resaltó “Ese horizonte ominoso del totalitarismo se cierne como amenaza sobre el pueblo argentino si gobernantes y legisladores sin temor de Dios persisten en imponerle, en lugar de leyes respetuosas del orden moral, construcciones sociales amañadas, contrarias al bien común y a nuestras mejores tradiciones”.