martes, 19 de marzo de 2013
Primera homilía del Papa Francisco: A los Cardenales en la Sixtina...
El
14 de marzo el Papa Francisco celebró una Misa de acción de gracias con
los cardenales electores que lo eligieron en el Cónclave el día
anterior. Esta es la homilía completa que pronunció ese día.
"En
estas tres lecturas veo que hay algo en común: es el movimiento. En la
primera lectura, el movimiento en el camino; en la segunda lectura, el
movimiento en la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el
Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar, edificar, confesar.
Caminar.
«Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor» (Is 2,5). Ésta es
la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina en mi presencia y sé
irreprochable. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos paramos,
algo no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del
Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a Abrahán,
en su promesa.
Edificar.
Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes;
pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la
Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo
Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.
Tercero,
confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas
cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos
siendo una ONG que da pena, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando
no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre
piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen
castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente. Cuando no se
confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de Léon Bloy:
«Quien no reza al Señor, reza al diablo». Cuando no se confiesa a
Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del
demonio.
Caminar,
edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en
el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores,
existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son
movimientos que nos hacen retroceder.
Este
Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha
confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo. Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te
sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando caminamos sin la cruz, cuando
edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos
discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes,
cardenales, papas, pero no discípulos del Señor.
Quisiera
que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor,
precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz
del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada
en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Y así la
Iglesia avanzará.
Deseo
que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos
conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a
Jesucristo crucificado. Que así sea".