Ciudad del Vaticano, 17 de marzo de 2013 (Zenit.org)
martes, 19 de marzo de 2013
Primer Ángelus del Papa Francisco...
Ciudad del Vaticano, 17 de marzo de 2013 (Zenit.org)
En
este primer domingo de su pontificado, el papa Francisco rezó el
Ángelus con los cerca de 150.000 fieles venidos hasta la plaza de San
Pedro para escucharlo y verlo.
Ofrecemos el texto íntegro del santo padre durante la oración mariana.
*****
Hermanos
y hermanas, ¡Buenos días! Después del primer encuentro del miércoles
pasado, ¡hoy puedo dirigirles de nuevo mi saludo a todos!
Y
estoy feliz de que sea en domingo, ¡en el día del Señor! Esto es bello e
importante para nosotros los cristianos: encontrarnos en el domingo,
saludarnos, hablarnos como ahora aquí, en la plaza. Una plaza que,
gracias a los medios de comunicación, tiene el tamaño del mundo.
En
este quinto domingo de Cuaresma, el evangelio nos presenta el episodio
de la mujer adúltera (cf. Jn. 8,1-11), que Jesús salva de la condena a
muerte. Conmueve la actitud de Jesús: No escuchamos palabras de
desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solo palabras de
amor, de misericordia, que invitan a la conversión. "Tampoco yo te
condeno. Vete, y en adelante no peques más" (v. 11).
¡Eh!,
hermanos y hermanas, el rostro de Dios es la de un padre
misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Han pensado en la
paciencia de Dios, la paciencia que Él tiene con cada uno de nosotros?
Esa es su misericordia. Siempre tiene paciencia, paciencia con nosotros,
nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver
a él con el corazón contrito. "Grande es la misericordia del Señor",
dice el salmo.
En
estos días, he podido leer un libro del cardenal Kasper, un gran
teólogo, sobre la misericordia. Y me ha hecho tanto bien ese libro,
¡pero no crean que les hago publicidad a los libros de mis cardenales!
¡No es así! Pero me ha hecho tanto bien, tanto bien…
El
cardenal Kasper dice que al escuchar misericordia, esta palabra cambia
todo. Es lo mejor que podemos escuchar: cambia el mundo. Un poco de
misericordia vuelve al mundo menos frío y más justo. Tenemos necesidad
de entender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso
que tiene tanta paciencia...
Recordemos
al profeta Isaías, quien dice que así nuestros pecados fueran como rojo
escarlata, el amor de Dios los volverá blancos como la nieve. ¡Es
hermoso, esto de la misericordia!
Recuerdo
que apenas era obispo, en 1992, llegó (la imagen) de Nuestra Señora de
Fátima a Buenos Aires y se celebró una gran misa para los enfermos. Fui a
confesar a aquella misa. Y casi al final, me levanté, porque debía
administrar una confirmación. Pero vino una anciana, humilde, muy
humilde, octogenaria. La vi y le dije: "Abuela -porque así les decimos a
las personas ancianas: abuela-, ¿quiere confesarse?". "Sí", me dijo.
"Pero si usted no ha pecado...". Y ella dijo: "Todos tenemos
pecados...".
"Pero
tal vez el Señor no la perdona...". "El Señor perdona todo", me dijo.
"¿Segura? ¿Pero cómo lo sabe usted, señora?". "Si el Señor no perdona
todo, el mundo no existiría". Sentí ganas de preguntarle: "Dígame,
señora, ¿usted estudió en la Gregoriana?". Porque esa es la sabiduría
que da el Espíritu Santo: la sabiduría interior ante la misericordia de
Dios.
No
nos olvidemos de esta palabra: Dios nunca se cansa de perdonar, ¡nunca!
"Y, padre, ¿cuál es el problema?". Bueno, el problema es que nos
cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él nunca se cansa
de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. ¡No
nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca! Él es un Padre amoroso que
siempre perdona, que tiene un corazón de misericordia para todos
nosotros.
Y
aprendamos a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión
de la Virgen que tuvo entre los brazos la Misericordia de Dios hecha
hombre.
Ahora rezamos todos el Ángelus: [se reza el Ángelus]
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos. Gracias por su acogida y por sus oraciones. Recen por mí, se lo pido.
Renuevo
mi abrazo a los fieles de Roma y lo extiendo a todos ustedes, y les
extiendo a todos ustedes que han venido de varias partes de Italia y del
mundo, así como a aquellos que se unen a nosotros a través de los
medios de comunicación. Elegí el nombre del santo patrono de Italia, san
Francisco de Asís, y esto refuerza mi conexión espiritual con esta
tierra, de donde -como ustedes saben-, es el origen de mi familia.
Pero
Jesús nos ha llamado a ser parte de una nueva familia: su Iglesia, en
esta familia de Dios, caminando juntos por el camino del evangelio. Que
el Señor los bendiga, que la Virgen los proteja. No se olviden de esto:
¡el Señor no se cansa de perdonar! Somos nosotros los que nos cansamos
de pedir perdón.
Traducción de original italiano por José Antonio Varela V.