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En un artículo publicado por el diario platense El Día, el prelado insistió en considerar que una persona informada o un padre de familia debería inclinarse, si la encuentra, por “una propuesta razonable, ajena al ideologismo que ha imperado en el área hasta el presente”.
Tras citar la encíclica “Centesimus annus”, del beato Juan Pablo II, en relación al voto ciudadano de los cristianos, señaló que al sufragar también hay que “reparar en el bien común político y en los bienes culturales de la sociedad” y no sólo en “la situación económica, de la inseguridad, de las falencias educativas, la referencia del texto al estado de derecho que hace posible una auténtica democracia y a la verdadera concepción de la persona humana como base de la misma”.
“Las instituciones de la república forman parte de ese bien común y el estado de derecho implica la efectiva división de poderes: si el órgano legislativo reduce su acción a suscribir las decisiones del ejecutivo y si éste además resta independencia al judicial, no se puede afirmar que el Estado de derecho tenga plena vigencia. Lo mismo se puede afirmar si cualquiera de los poderes del Estado menoscaba la Constitución o si falta la necesaria seguridad jurídica. Estos bienes inmateriales deben ser tutelados; la aspiración a conservarlos y mejorarlos tendría que influir en la elección que decidan los ciudadanos”, subrayó.
Monseñor Aguer afirmó que “la recta concepción de la persona humana como base de una auténtica democracia es el criterio para juzgar de los cambios culturales que se van imponiendo por presión ideológica y que alcanzan desgraciadamente sanción legislativa”.
Tras advertir que “la sociedad argentina está sometida a un proceso de transformación inadvertida de paradigmas culturales, del modo de pensar y sentir de la gente, que cuenta con el apoyo ‘transversal’ de varias fuerzas políticas”, criticó que se hayan promulgado leyes que “no responden a las convicciones de la mayoría de la población”, como ocurrió “en el caso del mal llamado matrimonio igualitario y puede ocurrir con la ominosa perspectiva de legalización del aborto”.
El arzobispo platense indicó que “conviene recordar como criterio electoral los ‘valores no negociables’ que enumeró Benedicto XVI: el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia basada en el matrimonio de un varón y una mujer, la libertad de los padres en la educación de sus hijos y la promoción del bien común en todas sus formas”.
“Respecto a estos puntos, el Papa exhortaba a los bautizados, especialmente a los políticos, a una ‘coherencia eucarística’. El concepto alude, obviamente, a la Eucaristía, su vivencia, su práctica. Pero aquellos valores no negociables son también sostenidos por muchos que no van a misa, por muchos no bautizados que profesan una recta concepción de la persona humana”, concluyó.