Para esta ocasión se han traído pasos o esculturas propias de la Semana Santa española. Cada una represataba una estación del Vía Crucis. Un momento de la Pasión y Muerte de Jesús. Muchos de estos Pasos son obras de arte que se exponen por primera vez fuera de la Semana Santa.
Un grupo de 14 jóvenes que representan a países donde la Iglesia es perseguida o pasan por dificultades han llevado la Cruz de los Jóvenes.
El recogimiento ha marcado esta celebración. Las hermanitas de la Cruz de Sevilla han sido las encargadas de escribir las reflexiones que se han leído en cada estación.
En ellos se ha recordado que Cristo sufrió por todos los hombres y se ha rezado por las víctimas de la guerra, del SIDA, de los abusos sexuales, por los inmigrantes los parados y por los cristianos que se avergüenzan de su fe, entre otras cosas.
Especialmente emotivo ha sido el momento en que la Cruz de los Jóvenes ha llegado uno de los pasos y se ha cantado una saeta. El silencio ha marcado la estación de la Muerte de Jesús donde sólo han sonado los tambores en señal de respeto.
El Papa ha explicado el significado del sufrimiento de Cristo y de la Cruz.
Benedicto XVI
“La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros «para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre”.
Benedicto XVI también pidió a los jóvenes que compartan el sufrimiento de los demás.
Benedicto XVI
“Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer”.
El Vía Crucis terminó la bendición del Papa y el canto del himno de la JMJ.