miércoles, 25 de julio de 2012
Santiago el Mayor, Apóstol...
Fuente: ACIPrensa
El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su
nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban:
"Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir estas dos palabras, las
unieron formando una sola: Santiago.
Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.
Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para
distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven
que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de
Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de
pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era
bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas,
como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en
el Jordán escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús,
junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la
pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: "Desde ahora seréis
pescadores de hombres", dejó sus redes y a su padre y a su empresa
pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado.
Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan
fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del
Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería
tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más
atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o
porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su
fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo
de sus preferidos.
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de
Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que
Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo
y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese
espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a
nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no
era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá
llegando poquito a poco.
Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que
fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a
ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la
izquierda. Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura
que yo voy a beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos capaces". Cristo
añadió: "El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los
primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos
puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre
Celestial". Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan
vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: "El
que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a
imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a
servir". Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido
Santiago a ser más humilde.
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió
como una de las principales figuras entre el grupo de los Apóstoles. Por
eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores
de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a
Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de
ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la
religión de Jesús Resucitado.
Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir
hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo
se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese
santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han
conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de
Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o
sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han
invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa
protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus
favores.