domingo, 1 de enero de 2012
La más honda historia de amor
María no se jubiló de la maternidad. Sigue engendrando, engendrándonos
Autor: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Razones para el amor
Si preguntásemos a los creyentes cuál ha sido la más bella historia de pureza y virginidad que ha producido nuestro planeta, estoy seguro de que una gran mayoría nos responderían sin dudar que la de María. Y si les interrogásemos por la historia de la mujer que con mayor coraje ha soportado el dolor, pensaron en seguida en la Virgen de los Dolores. Pero ya no serían muchos los que se acordasen de la fe de María si les pidiésemos el nombre del ser humano que más hondamente vivió su fe. Y poquísimos o tal vez nadie nos presentaría la historia de María como la más honda historia de amor. Y es que se habla mucho de las virtudes de María, pero menos de la raíz amorosa de todas ellas. Incluso se piensa que el amor de María fue, en todo caso, un amor «raro», ya que, asombrosamente, los hombres unimos la idea de amor a la de apasionamiento romántico, cuando no la emparejarnos con la de la carne y terminarnos llamando amor «platónico» a todo el que no se expresa carnalmente y ponemos en ese calificativo un tono despectivo corno si se tratara de un amor metafórico, una especie de sustitutivo del verdadero amor. Hay predicadores que parecen avergonzarse de hablar del amor de María a José, como si en ello pudiera haber algo turbio. Y hasta prefieren muchos hablar de la «caridad» de María como si todo su amor a Dios se hubiera realizado con una especie de efluvio místico y no con todo su corazón de mujer.
